30 dic 2008

Alfabetización mediante el "Yo, sí puedo"

Jorge Mansilla Torres (*)

México D.F., 30 de diciembre de 2008

Ante ustedes y antes de nada voy a referir el hecho que hoy nos encumbra en la alegría y el orgullo de ser de los demócratas y revolucionarios que pueden hablar de plenitudes republicanas y conquistas culturales.

Mañana sábado 20 de diciembre, el presidente Evo Morales Ayma hará la declaratoria oficial de “Bolivia, territorio libre del analfabetismo” (aplausos).

Se trata de una proeza de la democracia cultural lograda en 34 meses de consagración para acceder de una vez al alfabeto castellano gracias al desvelo solidario de Cuba y de Venezuela.

Se trata de una victoria impulsada por el modelo didáctico cubano “Yo, sí puedo”, que hizo llegar la luz de la letra a 825 mil bolivianos, la mayoría mujeres.

Tuvieron que pasar 475 años de colonialismo español y republicano en Bolivia para que ahora podamos decir que todos los ciudadanos tenemos la dignidad de ejercer el derecho político y social de leer y escribir en castellano.

Una bandera blanca agitada por el viento de nuestra satisfacción es la prueba de que salimos de las sombras del analfabetismo. Es un honor, un motivo que nos reivindica como seres humanos, dueños de la palabra y ya no sólo de la voz.

Hace unos días, un indígena quíchua así alfabetizado, un originario del norte Potosí dijo esta maravillosa verdad:

“Sach’a wayllask’a asq’a llant’uta q’on.

Libru wayllasq’a asq’a q’anchayta q’on.”

Traduzco: “Las hojas de un árbol dan mucha sombra. Las hojas de un libro dan mucha luz” (aplausos).

Así se ha cumplido con uno de los mandatos de la nueva Constitución, herramienta republicana que vamos a poner a consulta popular el 25 de enero.

Dice la nueva Constitución Política del Estado que los idiomas oficiales de Bolivia son el castellano y los 36 idiomas que se hablan en el territorio. Precisa que todo ciudadano debe hablar en primer lugar el castellano y su lengua originaria.

Bolivia será, pues, desde mañana el tercer país del hemisferio en proclamarse libre del analfabetismo. El primero fue Cuba, en 1961, y luego Venezuela en 2005 (aplausos y aclamaciones).

Si hoy por hoy la comunicación social es ya derecho humano, una dramática necesidad social, los bolivianos vamos a ejercer nuestro castellano con solvencia y eficacia dialogante.

Allí hablamos 36 lenguas distintas –no en vano somos 64 por ciento indígenas–, y ahora vamos a comenzar a abordar todos los horizontes de la lecto-escritura castellana, derecho que por siglos nos vetaron, desde la Colonia, los que bloquearon la necesidad de entendernos, tantos y bastardos interesados en que el pueblo no acceda a la palabra, a la escuela, a la educación, a la cultura, a la vida.

Ahora tenemos el horizonte abierto. Vamos a avanzar en la necesidad de comunicarnos para entendernos. Lo vamos a hacer, como quería aquél León Felipe: letra a letra, verso a verso… para ganar el universo (aplausos)

Aquí, compañeras y compañeros mexicanos, en la cúspide de esta rara celebración boliviana salta una cosa extraña. Lo voy a decir con espíritu autocrítico: Los periodistas y los maestros, que fuimos los que, tal vez sin desearlo, nos apropiamos para efectos de lucro o vanidad de la potencialidad de la lengua, nos estamos desentendiendo de este suceso.

Por siglos, los comunicadores fuimos –somos todavía– los usuarios privilegiados del castellano frente a la gente iletrada, “ignorante” como se les dice, y ahora miramos de soslayo, y hasta con irritación esta primera mínima conquista cultural, educativa del pueblo.

A las pruebas. En estos días, la prensa boliviana –que está bajo control financiero de empresarios que manipulan la noticia y de latifundistas devenidos propietarios de los medios y que fungen como mayordomos de la opinión pública– se niegan a darle la importancia periodística al suceso de que Bolivia es ya un país-libre-de-a-nal-fa-be-tis-mo.

Semejante conquista del poder democrático cultural y de la solidaridad política no es noticia a destacar en página privilegiada con titulares de alguna magnitud visual.

En vez de celebrar que la mayoría boliviana haya accedido al umbral del alfabeto e incluso presumir de que su universo de lectores podría ampliarse, la prensa de mi país ignora esta nueva conquista del pueblo.

Hay que ver el desdén de los “analistas” de la TV, de los editorialistas que dictaminan torquemadamente “qué es o no es verdad”, la aparente mofa que hacen de este acontecimiento inédito en Bolivia.

Y, entonces, ¿de qué libertad de expresión nos quieren hablar, pues, si no son libres para leer esta gran expresión de los indios alfabetizados?

Yo escribí hace 20 años, en un libro titulado “Pienso luego exilio”, un poema a la Libertad en el que objetaba los modos que el sistema tiene para manipular ese derecho, esa conquista.

Voy a decir de memoria la estrofa a la que aludo: “Muera la libertad del periodista/ que se quitó de penas y primicias/ e ignora cada día la noticia/ del pueblo renovado en sus conquistas” (aplausos).

Los dueños de la prensa boliviana –que hoy se dan el tupé de escribir por anticipado incluso el cabezal de la noticia que van a escribir sus asalariados– están enojados, resentidos, porque otros acceden a la palabra escrita, a la lectura del castellano.

No quieren anoticiar al mundo de que Bolivia es ya un país sin analfabetos, aunque acceder a las primeras letras del abecedario sea apenas un comienzo. Pero el tiempo es un libro abierto que se ha de leer a fuerzas según pasen las horas.

Por eso tiene validez aquella expresión testimonial del indio norpotosino que dedujo que las hojas de un libro pueden dar luz, mucha luz, toda la luz del entendimiento se si avanza por sus claridades.

Es una paradoja que la prensa no considere que esta es una gran noticia en la historia de Bolivia. Bueno, seré más preciso: aquella paradoja se vuelve parajoda en los mezquinos, en los cegatones culturales (aplausos y risas)

Evo Morales ha escrito otra página de libertad para Bolivia. La ha escrito en castellano y su pueblo la ha leer en castellano. Jina canq’a: así ha de ser en quíchua. Ukamau: así es, en aimara. Ya es.

Gracias.

(*) Escritor y periodista, embajador boliviano ante el gobierno de México. Transcripción del discurso pronunciado en el Club de Periodistas de Ciudad de México, el viernes 19 de diciembre de 2008 ante 400 personas solidarias con Bolivia.