• LIBRES • Una mujer con una bandera de territorio libre.
Cándido Tancara C.
Las personas que lograron aprender a leer y escribir conquistaron un derecho, el de la educación. Para los más adultos, fue la luz en sus ojos, y para los jóvenes, la magia para no dejar de estudiar, hasta terminar la primaria, secundaria, lograr un oficio técnico e incluso la profesionalización.
Cuba puso el método de alfabetización “Yo, sí puedo” y pedagogos; Venezuela, además de pedagogos, parte del financiamiento al igual que Bolivia, pues según el ministro de Educación y Culturas, Roberto Aguilar, en 33 meses de campaña masiva de alfabetización, la inversión fue de 260 millones de bolivianos.
Bolivia también puso a 46.460 voluntarios que enseñaron la lecto-escritura a 824.101 personas, entre marzo del año 2006 y diciembre del 2008.
Mirando hacia atrás, el 85% de la población boliviana era analfabeta en el año 1900, el porcentaje bajó a 70% en 1950, después a 40% en 1976, a 20% en 1992 y a 13,3% en el año 2001. Hoy, después de ser certificada por la Unesco, el país quedará con menos del 4% de analfabetismo residual, integrado por personas muy ancianas, con impedimento físico, además de otros factores.
Según Pablo Quisbert, responsable del programa de alfabetización, Bolivia cumplió una de las ocho metas del milenio, lograr la educación primaria universal, que implícitamente exige erradicar el analfabetismo, después de Venezuela (2005) y Cuba (1961), pero -advirtió- países con economías grandes en la región no podrán cumplir la meta.
Quedó establecido que el analfabetismo tenía rostro de mujer y pobreza, pues el 80% de los que ahora leen y escriben son mujeres que viven en el campo y periferia de las ciudades.
Las personas alfabetizadas no sólo leen y escriben sino que aumentan y mejoran su autoestima, pues pasarán de un estado de hacer a otro que es reflexionar, pues ahora ya no tendrán una sola visión del mundo sino varias, en la medida en que su lectura sea parte de su cotidianidad.
Las anécdotas de los alfabetizados
Maltrato del esposo • Rosa Quispe Mamani, cuando recibió su certificado de alfabetizada, en Villa Callapa, municipio de San Andrés (La Paz), dijo que su esposo no creía que aprendería a escribir y leer. Cuando leyó su carta dijo “No podía creer que mi nombre era tan lindo”. Después su esposo la abrazó.
Ya sé firmar • En el municipio de Irupana (Yungas), un abogado cuenta que una vecina hizo de testigo y en lugar de la firma puso su dedo pulgar. Seis meses después requirió otra vez de la señora, porque era respetada en el pueblo, para que sea testigo de otro caso. Entonces le dijo “Ahora ya sé leer y firmar, gracias al hermano Evo”.
Sentía vergüenza • Una gremialista de El Alto sentía vergüenza admitir que no sabía escribir y leer; cuando se realizó el Censo de Analfabetos (2006-2007), se le explicó que no era su culpa; después participó de un grupo de alfabetización y era una de las más destacadas; luego hacía cuentas en su puesto de venta.
Nieto alfabetizador • En la población de Achacachi, José Quispe Flores, un adulto mayor, se quejaba porque no podía agarrar el lápiz. “Practiqué mucho gracias a la ayuda de mi facilitador que me orienta en clases y en mi casa, es mi nieto; yo lo crié de niño y ahora me estoy preparando para mi examen”, dijo.
Primos de Fidel • En el cantón Mikaya, municipio de Colquencha (La Paz), la mayoría de los alfabetizados lleva el apellido Castro. Un día dijeron: “Somos primos de Fidel. ¿Cómo está la salud de nuestro primo?” Conocen tanto de Fidel que dijeron que apoyan su lucha antiimperialista. Fue uno de los primeros cantones libres de iletrados.
Engaño • Una abuela en la zona norte de Cochabamba recibía una carta de su hija que vive en España; una amiga recogía la misiva cada mes y le entregaba 100 dólares. Cuando aprendió a leer, la carta al final decía: “(..) como siempre querida mamá te envío $us 300”. Entonces supo que así engañan a los que no saben leer.
Cuba puso el método de alfabetización “Yo, sí puedo” y pedagogos; Venezuela, además de pedagogos, parte del financiamiento al igual que Bolivia, pues según el ministro de Educación y Culturas, Roberto Aguilar, en 33 meses de campaña masiva de alfabetización, la inversión fue de 260 millones de bolivianos.
Bolivia también puso a 46.460 voluntarios que enseñaron la lecto-escritura a 824.101 personas, entre marzo del año 2006 y diciembre del 2008.
Mirando hacia atrás, el 85% de la población boliviana era analfabeta en el año 1900, el porcentaje bajó a 70% en 1950, después a 40% en 1976, a 20% en 1992 y a 13,3% en el año 2001. Hoy, después de ser certificada por la Unesco, el país quedará con menos del 4% de analfabetismo residual, integrado por personas muy ancianas, con impedimento físico, además de otros factores.
Según Pablo Quisbert, responsable del programa de alfabetización, Bolivia cumplió una de las ocho metas del milenio, lograr la educación primaria universal, que implícitamente exige erradicar el analfabetismo, después de Venezuela (2005) y Cuba (1961), pero -advirtió- países con economías grandes en la región no podrán cumplir la meta.
Quedó establecido que el analfabetismo tenía rostro de mujer y pobreza, pues el 80% de los que ahora leen y escriben son mujeres que viven en el campo y periferia de las ciudades.
Las personas alfabetizadas no sólo leen y escriben sino que aumentan y mejoran su autoestima, pues pasarán de un estado de hacer a otro que es reflexionar, pues ahora ya no tendrán una sola visión del mundo sino varias, en la medida en que su lectura sea parte de su cotidianidad.
Las anécdotas de los alfabetizados
Maltrato del esposo • Rosa Quispe Mamani, cuando recibió su certificado de alfabetizada, en Villa Callapa, municipio de San Andrés (La Paz), dijo que su esposo no creía que aprendería a escribir y leer. Cuando leyó su carta dijo “No podía creer que mi nombre era tan lindo”. Después su esposo la abrazó.
Ya sé firmar • En el municipio de Irupana (Yungas), un abogado cuenta que una vecina hizo de testigo y en lugar de la firma puso su dedo pulgar. Seis meses después requirió otra vez de la señora, porque era respetada en el pueblo, para que sea testigo de otro caso. Entonces le dijo “Ahora ya sé leer y firmar, gracias al hermano Evo”.
Sentía vergüenza • Una gremialista de El Alto sentía vergüenza admitir que no sabía escribir y leer; cuando se realizó el Censo de Analfabetos (2006-2007), se le explicó que no era su culpa; después participó de un grupo de alfabetización y era una de las más destacadas; luego hacía cuentas en su puesto de venta.
Nieto alfabetizador • En la población de Achacachi, José Quispe Flores, un adulto mayor, se quejaba porque no podía agarrar el lápiz. “Practiqué mucho gracias a la ayuda de mi facilitador que me orienta en clases y en mi casa, es mi nieto; yo lo crié de niño y ahora me estoy preparando para mi examen”, dijo.
Primos de Fidel • En el cantón Mikaya, municipio de Colquencha (La Paz), la mayoría de los alfabetizados lleva el apellido Castro. Un día dijeron: “Somos primos de Fidel. ¿Cómo está la salud de nuestro primo?” Conocen tanto de Fidel que dijeron que apoyan su lucha antiimperialista. Fue uno de los primeros cantones libres de iletrados.
Engaño • Una abuela en la zona norte de Cochabamba recibía una carta de su hija que vive en España; una amiga recogía la misiva cada mes y le entregaba 100 dólares. Cuando aprendió a leer, la carta al final decía: “(..) como siempre querida mamá te envío $us 300”. Entonces supo que así engañan a los que no saben leer.