El pago mensual de sueldos a los maestros de todo el país se ha constituido en una verdadera penuria, ante la indiferencia de las autoridades del sector financiero y educativo. Seguir recurriendo a la formación de filas —“colas”—, desde el amanecer, para cumplir con esta tarea, resulta ya inhumano.
Es inaceptable que existiendo en la actualidad una diversidad de recursos modernos, para allanar tal tarea, se siga optando por la modalidad más arcaica. Un líder sindical del pasado no cesaba de decir que la “burocracia es insensible”. Los hechos demuestran que es así.
Los maestros urbanos, podría decirse con bastante displicencia, son los que menos padecen con las “colas”, porque reciben sus sueldos en el lugar donde trabajan. Empero, la situación de los maestros rurales adquiere contornos de odisea y de padecimiento, porque cada mes tienen que viajar a los centros urbanos para cobrar sus modestos sueldos, por otro lado.
A veces su permanencia en los centros urbanos, donde aparte de pagar el costo de su transporte y gastos de alimentación fuera de sus viviendas, perjudica a los estudiantes, porque pierden continuidad en sus estudios. Aunque los maestros, en general, protestan contra sus dirigentes sindicales que no hacen nada para que las autoridades respectivas procedan de otra manera para pagar los sueldos de este meritorio sector social, la situación no depende de ellos, como explicó a este diario el dirigente José Luis Álvarez.
Expuso que “en varias oportunidades hemos pedido que se expida un cheque universal que pudiésemos cobrar en cualquier banco”, pero que, lamentablemente, el Gobierno no les hace caso. A través de La Razón, Álvarez pidió a los ministerios de Hacienda y de Educación utilizar tecnología moderna en el pago de los sueldos a los maestros.